lunes, 25 de noviembre de 2013

esta semana

espero que estés bien, que estés espero. bien. yo espero. porque ya veo que esta semana voy a dar unos pasos. lentos y medidos. unos pasos que estén bien dados. voy a darte unos dados y cuando los lances va a salir el seis y el dos. qué bien. te diré que me des este mes por una vez esa palabra que abra lo que espero que no se encuentre cerrado con llave. espero, esperé y ya voy a percibir esta semana el aroma que emana de ese lugar en donde los pasos que daré sean firmes y determinantes. pero que no sean antes, tampoco después, si se puede ahora, entonces pues no lo dejemos para luego porque el juego de dados ya ha sido jugado y no queda más que una hora desde este instante para que venga el día, cada vez menos distante, en el que te sientes en aquella banca de color azulado y desde ese lado de la banca me veas a su lado con los dos dados en la mano. solo esta semana que espero que estés bien porque sé que bien estás y con estas palabras que tengo para decirlas al momento de poner un pie adelante y una mano arriba con la palma abierta y sólo así saber que ya el paso se pasó y todo está bien. esta semana.

viernes, 22 de noviembre de 2013

de día y de noche

me levanté un poco apurado porque el sueño se prolongó y tenía que salir pues me estaban esperando, así que me metí un duchazo veloz, me vestí a la volada y me dispuse a salir. antes de eso ya había visto a la chica rubia sentada al lado de la mesa, medio timorata y sorprendida, pero a la vez segura de lo que iba a hacer con el hombre de la cámara. salí, me subí en el taxi y le dije vamos rápido, debía llegar a mi destino en diez minutos, apenas me había acomodado en el asiento posterior sonó mi celular y era ella que me preguntó si ya estaba llegando y le mentí diciendo que sí, que estaba cerca del punto de encuentro. el taxi corrió, por eso llegué a tiempo. ella me recibió con la sonrisa de siempre, me dio un beso en la mejilla y se puso a hablar de muchas cosas a las que ni les presté atención, porque aún mi mente estaba en las imágenes de la calle y en las sonrisas falsas de aquellas personas que caminaban fuera del lugar al que llegué. 

pasaron los minutos y las horas, no sin antes haber entrado al baño para utilizar el urinario, lo cual me costó cincuenta céntimos. en el instante del retorno, ya no en taxi sino en bus, cuando iba recorriendo la ciudad, pasando por más de cinco distritos, en mi cabeza fluían diversas imágenes, duras y suaves, frías y cálidas, dulces y amargas. pero yo estaba respirando bien, tomando aire y también tomando un sorbo de agua de mi botella de san mateo sin gas que vale un sol cincuenta. parecía que nadie me iba a preguntar nada de nada y que yo iba a continuar pasando el día dedicado a la misma rutina. no fue así, porque el helado de brownie que me comí después de almorzar me brindó una satisfacción de ocho minutos que valieron más que las seis horas y cuarenta y dos minutos previos a ello.

ya de noche, ya cansado, mi tiempo estaba destinado para hacer una sola cosa. pero no la hice, no por desidia sino por una disposición que hubo que acatar. yo sólo debía omitir todo tipo de conducta que me pusiera en riesgo nuevamente, así que deambulé caminando por la vereda ancha de ese lugar al cual recalé esta noche primaveral y calurosa. porque aunque era de noche y si bien la luna estaba bien posicionada en el cielo, no era una noche fría con vientos que calaran. no. el clima estaba templado y yo me había desabotonado tres botones de la camisa y no podía continuar con un botón más, porque no pues.

el celular estaba apagado porque la carga de la batería se gastó completamente. luego de notar ello opté por vagar un poco antes de emprender el retorno y claro, no lo iba a hacer tan fácil y rápidamente, porque sentía la necesidad de quedarme allí, por un momento, inmóvil, aguantando la respiración y listo. opté por subir lentamente las escaleras y cuando me hallé arriba, después de cuarenta y cinco escalones subidos, me detuve, miré a los lados y ya casi todas las luces estaban apagadas. me asomé al balcón y miré hacia abajo. entonces escuché que alguien dijo mi nombre. volteé y le dije hola, sonriendo. ella me dijo que huyamos de ese lugar, a la brevedad posible. entonces eso hicimos. cuando me di cuenta, mis zapatos estaban desamarrados, pero no le di importancia a ello. solo continué la marcha, con felicidad, viendo cómo su cabello se desordenaba, más aun, con el aire.

ya en el taxi, de regreso a mi casa, escuchaba música y pensaba en los cincuenta minutos previos a ese instante, mientras me daba cuenta de que el taxista me hablaba sin percatarse de que yo estaba con los audífonos puestos con volumen alto. no me interesó prestarle atención, pues solo quería atender a los recuerdos que estaban frescos aún en mi cabeza. fueron breves momentos de conversación en los que yo hablé y me oyeron, en los que me hablaron y yo oí. hubo comunicación. y cuando hay comunicación, cuando uno dice y el otro responde, entonces todo está bien. porque de eso se trata todo. lo demás, es frustrante, triste y agrio también. aún el taxi y casi llegando, recordaba que además dentro de esos cincuenta minutos o menos, no solo estuve complacido por la comunicación y el buen trato, sino por el suculento bocado con el que me deleité sentado frente a la mesa, una mesa limpia y simple, similar a la que estaba al lado de la chica rubia sentada, medio timorata y sorprendida, porque el hombre de la cámara ya estaba cerca.

jueves, 14 de noviembre de 2013

"Casi" - Babasónicos




esos casi amigos que tenes casi ayudan a desenterrarte 
se organizan en un casi club absurdo 
inventaron casi infamias que me ubican en leyenda. 
ese casi mundo en que crees casi a punto está de replegarse 
ese casi algo que crees que somos casi estamos por tomar partido equivocado. 
nada me interesa que no sea imposible de lograr, 
será por eso que me fijé en ti 
no supe oír las advertencias que hacían los demás. 
esos casi vicios que tenes casi ayudan a desdibujarte 
en esta acuarela que crees que somos no merita que seamos cita de los sábados. 
nada me interesa que no sea imposible de lograr, 
será por eso que me fijé en ti 
no supe oír las advertencias que hacían los demás.
soy capaz de seguir escuchando frases hechas sin ton ni son 
hice mérito que no se ha notado para estar a tu lado. 
nada me interesa que no sea imposible de lograr, 
será por eso que me fijé en ti 
no supe oír las advertencias que hacían los demás.

viernes, 1 de noviembre de 2013

marasmo

y así se desestima la pretensión azul, tan duradera y limpia como la imagen que le diste. entonces lo que toca es bailar y ocupar toda la pista sin parar de moverse. el mes anterior no hubo danza a pesar de que usaba los zapatos bien lustrados con betún y debidamente amarrados. la música sonaba fuerte y era ciertamente tormentosa. los sonidos agobiantes, el palpitar de un corazón que late igual que el instrumento de percusión, la voz que sale gruesa para debilitarse luego de que transcurren las palabras y las frases, que se las lleva el viento húmedo de esta capital. cuando apeló al sentido común pudo ver que no era común sino que era como un sinsentido inapelable. ahora que posa los dedos sobre este teclado para escribir y dibujar las letras blancas sobre el fondo negro, solo agradece. porque así se lo dijeron cuando se hallaba sentado en el sillón verde, como si fuera una felicitación por haber sido capaz pero no capazo, por haber podido estar. los ojos siempre abiertos y la creatividad saltando, como es habitual, saliéndose por los poros, sin embargo, difícil de ser expresada en todo momento porque la mesa de madera estaba rodeada de pocas sillas. ahora que el calendario ha desplazado los días hacia atrás, va a empezar el baile de las letras, aparecerá el espacio para que las ideas se plasmen y puedan ser vistas, estén o no estén bien puestas, quieren pararse en la esquina, en ese rincón formado por las dos paredes blancas que se intersectan y desde ahí, solo moverse como en un baile unitario, sacudiendo todos los huesos del esqueleto y luego de eso, estirar la mano derecha y pegar la mano izquierda en el suelo y ya, al fin, con esa postura abandonar el marasmo.