ha pasado mucho tiempo, muchísimo diría yo. quince años. ciento ochenta meses. y es lógico que ella no se acuerde, si ni siquiera en esos días ella podría haber recordado o notado lo que pasaba. por eso me ha preguntado ahora sobre lo que sucedió, sobre el tiempo pasado y por los cambios que todos hemos experimentado. cambios físicos evidentes de los que ella pretendió advertirme muy amablemente. sin embargo, para mi no era necesaria esa advertencia pues yo ya la había visto no hace mucho, aunque ella diga que no, y noté la diferencia en su aspecto claramente. quizás fue un sueño que ella cuando pensó que no había ido al lugar en el que yo le dije que la había visto, de repente estuvo divagando o caminando sin percatarse de la gente que estaba a su alrededor, cosa que le sucede a muchas personas y no debiera alarmarme ni llamar poderosamente mi atención. pero si hay algo que debo decir es que estoy seguro de que la ví pasando y estoy seguro de que al notar sus cambios visibles me di cuenta de que el único que no ha cambiado he sido yo. en mi percepción y en mis ideas absurdas. la locura permanece desde hace mucho más de doscientos meses. y es muy loco de mi parte preguntar y decir cualquier cosa sin advertirle que yo no cambié nada, pues tengo los mismos ojos y veo de la misma manera, tengo la misma óptica y ya con tantos meses, semanas y días transcurridos en esta vida que llevo puedo afirmar con seguridad de que eso va a continuar, a pesar de las experiencias que deberían haberme enseñado, pero es difícil que me enseñen cuando yo no estuve interesado en aprender.
un poco, has cambiado. te digo esto con total sinceridad, porque si tú me dices que ya no eres la misma, te creo. lo noto y si me pongo a hablar contigo ahorita acá mismo debajo del árbol, siendo las cuatro de la tarde, pues sólo podré constatar lo que me dices. pero a pesar de que estamos en otro año, en otra época, en un momento extemporáneo, te diré mi nombre, te contaré lo que hago y tú, luego de decirme lo que estás haciendo, tranquilamente partirás en silencio.
un poco, has cambiado. te digo esto con total sinceridad, porque si tú me dices que ya no eres la misma, te creo. lo noto y si me pongo a hablar contigo ahorita acá mismo debajo del árbol, siendo las cuatro de la tarde, pues sólo podré constatar lo que me dices. pero a pesar de que estamos en otro año, en otra época, en un momento extemporáneo, te diré mi nombre, te contaré lo que hago y tú, luego de decirme lo que estás haciendo, tranquilamente partirás en silencio.
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