no había forma de saber que íbamos a coincidir los dos en la bodega. los dos en pijama, de noche, saliendo a comprar. tampoco hay forma de que yo sepa que vives a tres casas de mi edificio. y cuando yo estoy recibiendo las golosinas que le pedí al bodeguero, llegas, yo volteo y lo primero que veo son tus pantuflas rosadas mientras noto que tu miras mis pies cubiertos con medias blancas dentro de estas sandalias verdes que uso hace cuatro años. a ti el bodeguero no puede darte lo que le pediste, te dice que no hay. vuelves a mirarme y yo te miro, te vas caminando a la esquina y das la vuelta para buscar lo que quieres en la otra bodega. anoté esto mentalmente mientras me siento en la puerta del edificio y comparto con el guardián mis galletas de chocolate y la botella de frugos de durazno helada para tener más frío. ahora lo anoto en este blog y no significa nada.
Crítica #902: LA GATA QUE SE COLÓ EN MI SHOW
Hace 2 horas.
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