lunes, 2 de abril de 2012

la paz de la madrugada

a ver veamos, vamos a ver. si me saludas o me felicitas debe ser por algo bueno que hice. y mientras escucho tus palabras sumadas a las palabras de todos los demás, mis oídos se saturan de ese cúmulo de frases repetidas que se convierten en ruido. puro ruido. no te veo pero te escucho, no quisiera verte a tí ni a nadie. solo me quejo y escucho lo que sigue sonando. porque lamentablemente uno no puede cerrar los oídos como uno cierra los ojos y dejar de ver. por eso cuando uno dice "veamos", también está incluido el "oigamos". a ver y a oír. todo incluido, como un dos por uno de las tiendas de ropa. compras esto y viene lo otro además, totalmente gratis, aproveche, solo por hoy. claro está que si no vamos a ver la ropa que está dos por uno no podremos comprarla, aún así si es que las palabras del vendedor te tratan de convencer y te meten presión para que compres la oferta y tú, como bien sabes, no puedes cerrar los oídos así como cierras los ojos y cierras la palma de la mano para apretar el billete de cien soles que tienes para gastar y que no tienes más porque eso es lo único que llevaste para gastar. yo no solo me quejo del saludo que me brindas cariñosamente y del beso o abrazo, según corresponda, que me das a mí en esta mañana de abril, me quejo del ruido de tus palabras y de que las imágenes y los sonidos que me impones pretendan convencerme de que son mejores que el silencio y la oscuridad que se encuentra en la paz de la madrugada, cuando estás acostado en tu cama tratando de dormir y nada suena y nada ves, pero piensas y sigues intentando descansar y sigues pensando y mueves tu cuerpo para acomodarte y quedarte dormido, pero sigues con el puño apretado porque te acostaste con tu billete de cien soles en la mano y le arrugaste la cara a jorge basadre grossman sin darte cuenta de que debajo de tu colchón tenías otros billetes iguales y aunque no lo creas también hay un par de billetes con la cara de santa rosa de lima y pudiste haber comprado varias prendas de ropa en oferta dos por uno. esto hace e hizo que no me pueda dormir y entonces me dispongo a prender la radio filarmonía a volumen dos para no perturbar a los que sí duermen. entonces interrumpo el silencio y creo que ya poco a poco me voy a dormir, sin que eso signifique que no piense todo en palabras y que de repente, cuando abro los ojos y estoy aquí sentado y me felicitas o me saludas, siento que no lo merezco. así como tampoco se merece nadie que interrumpan su silencio y su oscuridad nocturna para estar en paz consigo mismo y con sus cien soles.

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