miércoles, 29 de agosto de 2007

el chico solo

El chico está sentado en la silla mirando la sala vacía. Mirando la alfombra y los sillones. No hay gente. Ve las paredes, la ventana y ninguna persona interrumpe su visión. A su lado el televisor y el equipo de música. Ha compilado un par de discos con música para la ocasión. Mira la mesa, con los platos y los vasos colocados sobre ella. Lo mira todo. Y lo mira solo. ¿Quién está ahí?. Pues, nadie. Chico, estás solo. La multitud de gente, las personas que te creyeron y que te hicieron creer el discurso no se han hecho presentes. Entonces el chico mira el techo, mira la luz de los focos nuevos, le sube el volumen a la música. Quiere bailar. Coge una botella de cerveza helada y se sirve un vaso. Quiere bailar y quiere sacar a alguien a hacerlo. Pero mira la silla azul, observa el panorama poco festivo. Toma un sorbo del vaso. No hay con quien brindar. No hay ninguna persona que lo acompañe a bailar. Entonces, con la ropa nueva de estreno, con las zapatillas recién compradas, se pone a bailar, se despeina un poco y suda. Quiere tener calor pero solo consigue tener calor fisiológico, pues el calor de la gente no está, no se lo han brindado. Baila bien, quiere fotos, quiere ser filmado. Que quede registro de lo que está disfrutando en la casa. Pero su cámara está con las pilas descargadas. Se le apaga luego de tomar la primera foto. Entonces, llora. Pone una música que lo ayude a llorar más. Para desfogarse, para bailar en el suelo, triste y solo, como ha estado desde el comienzo. Apaga la luz y se queda tumbado en el suelo. El disco que sonaba se acabó. La cerveza y los bocaditos permanecen intactos en la mesa blanca. El chico siente que ya está todo perdido. No se quiere poner de pie. Mas bien, siente el impulso de revolcarse, de arrastrarse sobre el suelo y ensuciar la ropa nueva. Lo hace. En pleno movimiento, siente el bulto en su bolsillo que choca cada vez que se revuelca. Es el celular. Lo deja ahí hasta que de pronto suena. Lo saca de su bolsillo y lo destapa. Mira el número y lo reconoce. Sonríe por la llamada que recibe y contesta: "Aló"

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