viernes, 24 de agosto de 2007

el sujeto

Tiene que ser ahorita porque está fresco, pues si espero a hacerlo al rato, ya no es. Tiene que ser en una. Tiene que decirlo el sujeto. Porque el sujeto es el personaje hoy. El sujeto que ve la luz verde y se emociona. Que ve la luz verde y dice hoy sí. Pero no sabe que del otro lado, desde lejos, la respuesta es no, gracias. El sujeto se va haciendo más desconocido día a día. Siempre que dice "hola", ese saludo cae en el vacío, se queda en el aire, flotando en una atmósfera de extrañeza, en un minuto de impertinencia ajena al sujeto. El sujeto quiere que sea ahorita, pero basta con un par de palabras para que todo termine en un chau imaginario que no se oye, que se desvanece sin ser recibido. De nada valen las lluvias mínimas limeñas, las caminatas por la vereda mojada, la puntualidad y el afán. No sirven de nada las casi dos horas allí. El sujeto no tiene predicado, no obtiene respuesta, no llega a producir una interrelación. El sujeto tiene un verbo para él sólo, para conjugarlo con el aire, con el agua y en el suelo. Sentado, manchándose el pantalón crema con el agua sucia que dejó la lluvia mínima. Y así, con el culo mojado, el sujeto camina de madrugada pensando en esa luz verde que no le permite el paso, que no le da acceso y que no le otorga el uso de la palabra. El sujeto tiene que salirse de esta oración.


Sujeto

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