hoy hablo de responsabilidades, de helados de vainilla, de arroz con pollo y de golpes leves en la cabeza. (mientras escucho la puntita de babasónicos). porque voy a cumplir la responsabilidad grande e importante sin que me haga bolas y sin ponerme tenso. como el helado de vainilla sin considerarlo común ni poco interesante... tanta vainilla. la capacidad es lo que cuenta, y en el envase pa' llevar entró bastante arroz con pollo, pero dame pecho, y así comprando la crema de la huancaína para complementar el almuerzo. aunque me sentara en la esquina y el rollo de papel me cayera en la cabeza. acepto las risas estúpidas. son risas y gracias por reírse, no me molesta, como yo sé que tú lo sabes me lo callo. me ha dado calor y sueño, he sentido el sabor de la fresa helada y caminando hacía la bodega he visto el sol y la vereda mojada. los pocos meses que vienen en adelante son el plazo, son finalmente los que contendrán mi esfuerzo. el tiempo que tardo en comerme el arroz con pollo, de manera responsable, mientras niego la donación de dos céntimos en la caja. justo en el momento en el que iba a ponerle mango llegó el chocolate, sino el helado hubiera sido distinto aunque se hubiera terminado rápido también. con la idea de salir, de volar, de atreverse a cambiar y a no mirar, sino de participar. dejemos la crítica de lado, caramba, para conocer esa tierra, ese país. pisando nuevas aulas y viendo la mesa anaranjada que ha sido ensuciada con la crema amarilla y mojada con los chorros de chicha. yo no me como el pepinillo, no me gusta. comer sí, pero ni cagando gelatina anaranjada solidificada. sientes el aire tibio y te duele el poto por la banca dura. me acomodo el pelo, le echo agua a mi cabeza y el peinado cambia. o mejor dicho desaparece. ser atinado y asumir la responsabilidad toca, de una vez, comiendo lo deseado y cuidando la cabeza del agua y brindándole a la lengua y a la garganta la sensación de frío de manera plena.
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