Muchas personas caminaban sin saber a dónde, movían sus piernas hacia adelante, aunque se iban a los lados por momentos, el peso de los cuerpos se repartía sin orden. Y yo parado al borde de la vereda, cerca a la banca del parque, miraba.
Cuando salía de monterrico, en plena avenida primavera, los pocos autos que pasaban a las dos de la mañana con un letrero de taxi, estaban ocupados. Hasta que pasó uno amarillo, medio destartalado y el chofer parecía haber estado celebrando antes de subir a manejar. "A barranco?", le pregunté. "Ocho soles... ehhh, siete, ya cuánto pagas?", me respondió medio alterado. A ese taxi no iba a subir, ese chofer estaba muy faltoso y desarreglado. "No gracias". Pasó enseguida otro taxi, de mejor presencia, con un chofer que estaba super tranquilo escuchando la radio. "Hasta allá 12 soles", me dijo. Me subí tranquilo y se puso a conversar conmigo, sobre las celebraciones en pleno año nuevo.
Mientras en la radio del taxi, se escuchaba la conversación de dos locutores, un hombre y una mujer, que hablaban acerca de la "obligación" de celebrar en año nuevo, la imposición social de estar felices y tener el "ánimo" de pasarla bien y estar con "todas las ganas" de bailar. En suma, renegaban del año nuevo y se enorgullecían de no formar parte de todos aquellos que celebraban con tanta "falsa euforia". Yo, por mi parte, hablaba por celu con un pata con el que me iba a encontrar en barranco. Ya estábamos cerca y le dije al taxista "acá no más me bajo". Caminé una cuadra y me encontré con un fiestón en plena calle.
El baile, la música, el trago, el fuego, el humo... todos ellos conformaban una atmósfera de diversión incontenible, los besos y abrazos, los gritos, los flashes de las fotos. Registrando la alegría de todas estas personas en las primeras horas del 2009.
De pronto, ya iba aclarándose el cielo, se hacía de día y en la primera mañana del nuevo año me encontraba en el carro de un amigo tratando de explicarle a una pareja de españoles cuál era el significado de la palabra "pastrulo" y luego de ello, la aplicación del verbo "pastrulear". Diversión sana y pura.
Miraba desde el borde de la vereda, y entonces caminé hacia un grifo y me comí el primer enrrollado del año. Alimento delicioso y nutritivo que ingerí con voracidad antes de regresar a mi casa a dormir durante todo el 1º de enero.
Crítica #902: LA GATA QUE SE COLÓ EN MI SHOW
Hace 2 horas.
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