Parada frente a mí, con tu mano apoyada en la ventana, me dices cosas. Y yo te escucho. Te miro mientras me hablas, mientras la luz de la mañana cae sobre tu rostro, sobre tu pelo. Solo puedo escucharte sin cansarme, escuchar tu voz. Si cantaras también te escucharía. Pero no puedo tocarte, no alcanzo a posar mis manos sobre tu cuerpo. Estoy sentado en el piso y tú sigues de pie. Te contemplo con el cuello inclinado hacia arriba. Me dices tantas cosas, cada vez más y más cosas. Algunas las entiendo, otras no mucho. A veces preferiría sólo mirarte y taparme los oídos. Llenarme de tu imagen y sonreír, mirando fijamente cómo surge tu cuerpo, desde el suelo hacia arriba. Todas las curvas, todas las formas. Eres diosa. Patéame.
Crítica #902: LA GATA QUE SE COLÓ EN MI SHOW
Hace 2 horas.
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