viernes, 28 de noviembre de 2008

en el jugo de la vida

a mi me parece que en la mañana, mucho antes de abrir los ojos para despertarse uno ya percibe sonidos, diversos sonidos, que forman parte del "soundtrack" de las mañanas. Inevitable e insoportable, el sonido del despertador, sin el cual podrías seguir durmiendo más tiempo, feliz. es un sonido obligado. luego puedes percibir también el sonido del agua que cae en la ducha, un sonido agradable y relajante. de hecho, el sonido que se produce al jalar la cadena del tanque de agua del inodoro es inevitable e inconfundible. lo escuchas de todas maneras. por ahí el perro que se ha despertado también y que ladra, porque te quiere pasar la voz o quiere hacer las veces de un segundo despertador. son tan adorables aunque uno les quisiera decir quizás algo como "cállate carajo". pero no le dices. no puede faltar el sonido de la tele o del radio, para ser más específicos, el sonido de las noticias, que debiera ser prescindible ciertas veces, pienso yo. y bueno, dentro de todos los posibles sonidos matutinos, hay uno que a mi me cautiva y, aunque pueda sonar extraño, me causa un indefinido placer: el sonido de la licuadora. ese sonido duro que empieza en un sólo arranque y rápidamente tritura la fruta, mezclándola con el agua y el azúcar para convertirla en un jugo delicioso con el cuál finalmente te despiertas. esta mañana cuando escuché el sonido de la licuadora mientras veía el calendario, noté que era viernes y fue entonces que la música de Oster me puso contento. Bebiendo el jugo salí aunque nada fue igual cuando tuve que apretar el botón de off en la licuadora. A esperar a mañana.


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