han pasado veinte días y el joven valor sigue metido debajo de la cama, escondido porque le dan miedo los años nuevos. y como este año dos mil diez está nuevecito no quiere salir de su escondite. debería salir a pasear, debería asomar la cabeza y mirar lo que está pasando este nuevo año. pero el joven valor no cree ser capaz de moverse, prefiere permanecer postrado y sucumbir al placer de estar en la oscuridad, echado en el suelo, debajo de esa vieja y vetusta cama de madera caoba. el joven valor no tiene valor, es obvio. le cuesta y le va a costar salir de su hueco con la frente en alto y con el rostro lozano. hicieron mal en considerarlo un jóven valor, pues aunque es aún un chico jóven, está muy lejos de ser una persona valerosa y tenaz.
joven valor, dime qué haces escondido tantos días debajo de esa cama. acaso esperas que el colchón se te venga encima y te aplaste. joven cobardía, debieron llamarte. son veinte días, son más de dos semanas y no le quieres dar la cara al dos mil diez, a este año lleno de días nuevos y de buenas noches. deja ya de morderte las uñas, sobarte la cabeza y rascarte los huevos. cuántas arañas y otros bichos raros más te ven como un intruso de sus recovecos. pero al parecer ya te gustó echarte en ese suelo polvoriento y convivir con esa suciedad malsana. joven valor, bájele el volumen a esa música estridente de su alma y escuche un poco a su alrededor. no se abandone más, no permanezca en la oscuridad por más tiempo, le quedan once días de plazo, quizás enero lo pueda perdonar. pero febrero no, ese pequeño mes viene con toda la agresividad y el atrevimiento que a usted joven valor le hacen tanta falta. es un nuevo año, hay una nueva luz a la cual mirar. en estos once días, el miedo tendrá que acabarse y la cama desaparecer.
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