lunes, 23 de marzo de 2009

primera fila

Está sentado en la primera fila de la sala de teatro. Le gusta estar ahí, en el teatro y adelante. Mira el escenario en el que aún no ha empezado la función. Espera. Mientras, ve pasar a la gente. Buscan su lugar, miran a ver si hay alguien conocido. Estiran la mano para pasar la voz. Sonríen, guiñan el ojo, hasta mandan besos volados. Saludan y luego se acomodan en sus asientos. Luego del paso de la gente, sigue mirando al escenario, para ir descubriendo la escenografía que apenas se ve en la penumbra. Las mesas, las sillas, la puerta, copas, vasos, libros. Mira. Ya falta poco para que comience la obra. Estira las piernas y agradece la comodidad. No hay impedimento para que sus piernas largas puedan extenderse completamente. Apagan la luz y la obra va a empezar.

Una hora y media después, aún con las piernas estiradas, aplaude a los actores que representaron a sus personajes y actuaron en la obra. La gente comienza a marcharse, aunque algunos, como él, que conocen al director y a los actores, se quedan en la sala. Pasa al camerino y saluda, abraza y besa, sonríe y recibe la respuesta de los actores felicitados, quienes agradecen. Es un momento ritual.

Se despide y sale caminando por el escenario, ya vacío, nuevamente con las luces apagadas, la escenografía tal y como se encontraba dispuesta al comienzo. En la sala de teatro ya no hay nadie. Se marcha recordando algunas escenas de la obra que acaba de presenciar y se topa con dos amigas que estuvieron viendo la obra también. Te gustó, le preguntan. Claro, responde él de modo automático. Estuvo chévere, dice la otra amiga. Sí, de hecho, responde nuevamente y dice ya nos vemos chicas, cuídense.

Entonces, siguiendo su camino, sale a la calle y se va a su casa. Para él la obra aún no ha terminado, la función sigue.

1 comentario:

Oriana P. S. dijo...

Hola!

No sé bien decirte cómo es que he llegado a tu blog. Pero me gusta, y mucho.

Este pequeño cuentito de acá me ha comprado.

Lástima que no tengas aplicación de Followers, para seguirte, como si fueras a repartir pan y pescado...

Saludos,
Oriana.