Ay ay ay otra vez no, no lo critiques así, tiene una opinión diferente, sesgada y tiene un hueco en la camisa. Pero sabe. Le preguntas qué le pareció la obra y dirá muchas cosas que sólo él entiende y no emitirá jamás una opinión del tipo “es buena” o “es mala”. Se manda con un rollo complejo de un lenguaje enrevesado. Y eso se aprecia al leer lo que escribe. Pero al escucharlo hablar es peor, porque balbucea, farfulla, no se le entiende. Pronuncia mal y las palabras que quiere decir no se comprenden. Así es el crítico. El crítico se llama Erasmo y no es Erasmo Wong, pero se puede decir a veces, a partir de lo que escribe, que es un “wong”. Un gran huevón. Y si él critica, está en su derecho como espectador y además como intelectual que ha leído y ha visto muchos espectáculos en distintos escenarios del mundo. El crítico tiene base. Eso creemos. Pero vamos a criticar al crítico. Le diremos lo que pensamos. O sea, de su propia medicina. Y no lo insultaremos, sólo criticaremos su crítica. Su ¿oficio?, su ¿labor?. Pero vayamos más allá. Digamos que el señor Erasmo, crítico de cine y de teatro no ha hecho aún ninguna crítica constructiva y lo peor, quizás para él, es que no ha criticado absolutamente nada de lo que él hace. De su vida artística ni de su vida personal. Y ahora leo que ha criticado fuertemente a dos o tres actores y a una o dos actrices. Estoy pensando en que tiene una segunda intención con su crítica. Conseguir algo que nunca tuvo. Y que lo agobia demasiado. Erasmo con su saco gris se sienta en la butaca y se dispone a observar el espectáculo. Disfruta pero hay algo dentro de él que lo abruma y que, sin que pueda controlarlo, lo llevará a desarrollar una animadversión hacia lo que ve y contempla. Para destruirlo y buscar derrumbar una a una las partes que conforman el trabajo final: la obra estrenada.
Erasmo fue a los vestuarios después de que terminó la obra para buscar a la actriz principal y darle su opinión y felicitarla, tomarse una foto, pedirle un autógrafo, darle un beso y mirarla sonriente. Pero, al tocar la puerta, la actriz le dijo que no. Y creemos que, ante ese rechazo, se regresó masticando su bronca hacia su casa, hacia ese pequeño departamento de los suburbios, se preparó un café y lo llevó a la mesa donde estaba su vieja y fiel computadora. Y, entonces, empezó a escribir su crítica.
Crítica #902: LA GATA QUE SE COLÓ EN MI SHOW
Hace 6 horas.
1 comentario:
pobres críticos incomprendidos, los antihéroes, los malos, claro que no cualquiera se atreve a hacer ese trabajo porque todo el mundo quiere quedar BIEN, quiere aplaudir y recibir los besos y salir en las fotos, qué fácil es ser el BUENO, qué dificil es ser critico.
Claro, lo más fácil es decirle que el artista no es él, que es un frustrado, tal vez, pero eso no lo desmerece para criticar, tal vez hace que sea mucho más objetivo.
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