Nuestro tema.
Suena la música de silvio y bailo melódicamente sobre mis ilusiones. Canto para mí mismo y pienso en que ella sabe. O mejor dicho, lo sabía. Abre la puerta y sabe, de hecho que lo sabe. Sonríe y se alegra, se siente halagada. Pero hasta donde entiendo yo, uno no busca halagar intencionalmente sino que ello ocurre como rebote, de segunda, porque será inevitable. Entonces no hago halagos. Estamos juntos y comemos. Todos están y observan nuestros comportamientos. Me dan nervios y me digo muchas cosas. Esto es demasiado. Sé que lo es. Horas después llamo por teléfono para no terminar tan mal. Esperando que todo funcione digo algo, propongo, ansío y espero. No puede. No quiere. No sirvió el halago involuntario. Ahora inmerecido. No fue efectivo. Se cae la ilusión, se acaba la canción que me daba silvio. Ahora va a dejar de suceder lo mismo, todo igualito. Que sea de una vez.
Ojalá.
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